EUROPA
PRESS
19 abril
2022
Pequeñas
partículas de "colesterol bueno" podrían tener un papel en la
prevención del Alzheimer
Las directrices médicas destinadas a
reducir el riesgo de enfermedades cardíacas se centran en los niveles de
colesterol en la sangre, incluyendo las lipoproteínas de baja densidad (LDL),
etiquetadas como "colesterol malo", y las lipoproteínas de alta
densidad (HDL), etiquetadas como "buenas". Ahora, un nuevo estudio,
publicado en la revista 'Alzheimer's & Dementia: The Journal of the
Alzheimer's Association', sugiere una importante conexión entre las partículas
de colesterol bueno en el líquido cefalorraquídeo y la salud del cerebro
también.
Investigadores de la Facultad de Medicina Keck de la
Universidad del Sur de California (USC), en Estados Unidos, tomaron muestras de
líquido cefalorraquídeo de personas de 60 años o más y midieron la cantidad de
pequeñas partículas de HDL en cada muestra. El equipo descubrió que un mayor
número de estas partículas en el líquido se asocia con dos indicadores clave de
que las partículas podrían tener un efecto protector contra la enfermedad de
Alzheimer.
Un indicador es un mejor rendimiento en las pruebas
cognitivas. El otro indicador son los mayores niveles circulantes en el líquido
cefalorraquídeo de un péptido concreto -como una proteína, pero más pequeña-
llamado beta amiloide 42. Aunque ese péptido contribuye a la enfermedad de
Alzheimer cuando se pliega mal y se aglutina en las neuronas, una mayor
concentración que circula por el cerebro y la columna vertebral está
relacionada con un menor riesgo de padecer la enfermedad.
"Este estudio representa la primera vez que se
contabilizan las pequeñas partículas de HDL en el cerebro, destaca el doctor
Hussein Yassine, profesor asociado de medicina y neurología en la Facultad de
Medicina Keck de la USC. Pueden estar implicadas en la eliminación y excreción
de los péptidos que forman las placas amiloides que vemos en la enfermedad de
Alzheimer, por lo que especulamos que podría haber un papel para estas pequeñas
partículas de HDL en la prevención".
Los investigadores reclutaron a 180 participantes sanos con
una edad media de casi 77 años y analizaron muestras de su plasma sanguíneo y
líquido cefalorraquídeo.
Utilizando una técnica sensible conocida como movilidad
iónica, desarrollada originalmente por el coautor del estudio, el doctor Ronald
Krauss, de la Universidad de California en San Francisco, los investigadores
pudieron identificar, contar y medir el tamaño de las partículas individuales
de HDL. Un subconjunto de 141 participantes también completó una batería de
pruebas cognitivas.
De los participantes que realizaron las pruebas cognitivas,
los que tenían niveles más altos de partículas pequeñas de HDL en su líquido
cefalorraquídeo obtuvieron mejores resultados, independientemente de su edad,
sexo, educación o de si eran portadores o no del gen APOE4, que los pone en
mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
La correlación era aún mayor entre los que no tenían
deterioro cognitivo. Las pruebas sugieren que estas partículas de HDL pueden
ser clave para encontrar tratamientos que funcionen en las primeras fases del
proceso de la enfermedad, mucho antes de que se produzca el deterioro
cognitivo.
"Lo que descubrimos aquí es que antes de la aparición
del deterioro cognitivo, estos aceites -estas pequeñas partículas de HDL- están
lubricando el sistema y manteniéndolo sano, explica. Hay un momento en el que
se puede intervenir con ejercicio, fármacos o cualquier otra cosa para mantener
sanas las células cerebrales. Todavía tenemos que entender los mecanismos que
promueven la producción de estas partículas, para poder fabricar fármacos que
aumenten las pequeñas HDL en el cerebro".
Yassine y su equipo se vieron abocados a estudiar las
partículas de HDL en el cerebro por las muchas formas en que mantienen el
cerebro sano. Ayudan a formar las vainas que aíslan el cerebro y las células
nerviosas para que puedan comunicarse rápidamente entre sí, y desempeñan un
papel en el crecimiento y la reparación de las neuronas. También parecen ayudar
a prevenir la inflamación de la barrera entre el cerebro y el sistema
sanguíneo, que puede provocar un deterioro cognitivo.
Pero a diferencia de la mayoría de las HDL en la sangre, las
partículas de HDL en el cerebro son más pequeñas y necesitan una proteína
llamada apolipoproteína E, o ApoE, para hacer todo ese trabajo. El factor de
riesgo más fuerte de la enfermedad de Alzheimer, el gen APOE4, es una mutación
o variante del gen APOE que codifica esa misma proteína.
Yassine y sus colegas ya tienen en marcha estudios con
microscopía electrónica, que puede captar imágenes hasta el nivel molecular,
para comprender mejor la estructura y la función de la ApoE HDL. También
esperan estudiar la ApoE HDL y el riesgo de Alzheimer a lo largo del tiempo en
grupos más amplios de participantes, con la vista puesta en dilucidar factores
como los efectos de los medicamentos y de enfermedades como la diabetes.
"La gente se está dando cuenta de que hay algo más en
la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío, comenta Yassine. Quizá sea
igualmente interesante ver cómo los lípidos interactúan con el amiloide o cómo
los nuevos tratamientos pueden centrarse no sólo en el amiloide o la tau, sino
también en las grasas y la ApoE".